Tema 7. Primeros protestantes canarios

Siglos XVI y XVII

Sabemos por el testimonio de los procesos inquisitoriales a protestantes extranjeros que tanto ellos como sus doctrinas circulaban por Canarias desde fechas tan tempranas como el año 1524. De que los protestantes compartían sus doctrinas con los naturales de las islas no puede haber la menor duda, pues fue precisamente por el testimonio de algunos de ellos que se procesó a numerosos extranjeros. Este es el caso del flamenco Hans Parfat cuya acusadora, doña Inés de Herrera, expresa en su denuncia ante el Santo Oficio haberle oído decir palabras a favor de Lutero o en contra de la Iglesia Católica o de algunas de sus doctrinas. Semejante fue el caso del alemán Jácome de Monteverde al que el franciscano Diego de Mexía oyó decir palabras laudatorias sobre Lutero.

Es evidente suponer que las presuntas «herejías» luteranas eran conocidas, no sólo por los canarios que denunciaban a los protestantes, sino por muchos otros, básicamente por dos razones: En primer lugar, porque no todos y cada uno de los canarios que las oían se convertían en denunciantes. Independientemente de su actitud ante esas doctrinas, muchos no denunciaban a los protestantes porque los apreciaban o porque tenían intereses económicos con ellos. Este es el caso de algunos canarios destacados de los círculos exportadores que se relacionaban con el protestante Jácome de Monteverde, al que no sólo no denunciaron, sino que apoyaron testificando a su favor en el proceso inquisitorial. En algunos momentos llegaron incluso a obstaculizar la labor de la justicia civil contra él.  En segundo lugar,  porque es lógico pensar que los mismos denunciantes que comunicaban lo que habían oído decir a los luteranos al Santo Oficio también lo hacían con otras personas con el propósito de hablar o criticar sobre lo que aquellos «herejes» osaban decir, produciéndose por vía negativa una transmisión de ideas. Por tanto es evidente que las ideas protestantes circulaban en Canarias en el primer cuarto del siglo XVI, no sólo por boca de los propios protestantes extranjeros sino por la de muchos canarios, bien fuera a favor o en contra. Hasta que punto las doctrinas protestantes dejaron huella en los naturales de las islas residentes en Canarias en los siglos XVI y XVII es algo que estamos investigando sin que todavía tengamos conclusiones definitivas.

Según Agustín Millares Torres, un ilustrado canario que escribió en 1874 sobre la Inquisición en Canarias, el primer protestante canario procesado por el Santo Oficio de Canarias sería un tinerfeño, vecino de Daute y de ascendencia norteafricana, llamado Miguel González, al que se le procesó en 1557 por pertenecer a «la secta de Calvino».[1] El problema que surge de esta importante información es que no ha podido ser corroborada por estudios posteriores. El historiador Francisco Fajardo Spínola, en su libro sobre la Inquisición en Canarias, cita también a Miguel González, [2] coincidiendo con Millares en la fecha de su procesamiento, pero sin mencionar su nacionalidad y atribuyéndole el  delito de proposiciones y no el de protestantismo. Evidentemente esta discrepancia se solucionaría cotejando ambas informaciones con los actuales archivos de la Inquisición. Sin embargo, aquellos documentos que han sobrevivido no nos permiten resolver el conflicto, pues en ellos efectivamente se dice que Miguel González fue procesado por el delito de proposiciones, y, además, sin que de las acusaciones contra él puedan inferirse alguna relación con el protestantismo. Por tanto, y hasta que podamos acceder a la documentación en la que se basó Millares para presentarlo como calvinista, tenemos que dejar pendiente este caso.

Así pues, hasta el momento el primer y único canario del que hay constancia de su procesamiento por protestantismo en Canarias fue un mercader tinerfeño llamado Pedro Bolinao, acusado y absuelto por la Inquisición de Canarias en 1628.[3] Pronto espero hacer un viaje a Gran Canaria para ver su expediente en el Museo Canario y conocer los detalles del proceso.

El segundo caso de protestantismo, juzgado por el Tribunal de la Inquisición Canaria como delito de proposiciones en febrero de 1656, fue el de un médico cirujano de 32 años, de la Orotava, llamado Nicolás Durán. El acta de su proceso la publicamos íntegramente en el número anterior. Parece ser que fue denunciado por treinta personas que dijeron haberle oído decir palabras de signo protestante contra la iglesia católica y sus doctrinas. Esas palabras fueron dichas mientras atendía a sus pacientes, en presencia de sus familiares y acompañantes, o en otros momentos, hasta en nueve ocasiones diferentes. Entre las cosas de las que se le acusa están la negación de la doctrina de la intercesión de los santos y de María para obtener favores de Dios, la negación de que San Pedro fuera papa y el fundamento de la Iglesia, la afirmación de que sólo Cristo fue santo y mártir, la negación de la existencia del purgatorio, la negación del ayuno obligatorio, la afirmación de que las Sagradas Escrituras no enseñaban nada sobre el oír misa y que éstas sólo eran un medio por el que clérigos y frailes obtenían dinero.

Nicolás Durán fue detenido el 28 de febrero de 1656, se le secuestraron sus bienes y fue retenido en las cárceles secretas de la Inquisición hasta que el 18 de marzo se le comenzó a interrogar. En su descargo declaró ser cristiano (católico) bautizado y confirmado, que iba a misa con regularidad y comulgaba cuando lo mandaba la Iglesia, y que sus padres y abuelos también eran cristianos viejos. Para avalar todo esto se persignó y recitó el Padre Nuestro, el Ave María, el Credo y todo cuanto pudo recordar. Sobre las acusaciones, dio su versión de las mismas alegando que eran fruto de una confusión sobre una conversación que mantuvo con unas personas estando Candelaria en ese año, con motivo de una romería, donde habló de las creencias y costumbres religiosas de los herejes de Holanda. Creía que algún enemigo presentaba como creencias suyas lo que él había contado sobre las creencias de los habitantes de Holanda. Terminada su defensa volvió a reiterarse como ferviente católico romano.

Durante todo el tiempo del proceso, que se prolongó hasta agosto de ese año, Nicolás Durán negó las acusaciones y procuró parecer un católico devoto oyendo misas, dando limosnas y haciendo sufragio por las ánimas del purgatorio. En el momento de dictarse la sentencia se tomó en cuenta su posición social y a sus parientes del clero, por lo que se le hizo pasar ante el tribunal de la forma más discreta. En la sentencia se le reprendió y conminó a que nunca más hablase nada ni a favor ni en contra de los herejes, que evitase todo contacto con ellos y con su literatura, y que durante dos años ayunase todos lo viernes, que se confesase y comulgase todos los domingos, que hiciera decir dos misas cantadas por año, por las ánimas del purgatorio, y que durante un año acudiese un día a un convento de la Orotava para ser adoctrinado en la fe católica.

Ante todo esto, surge una pregunta en nuestra mente: ¿Nicolás Durán fue protestante realmente? En mi opinión, en base a lo que se desprende del acta de su proceso,[4] entiendo las cosas de la siguiente manera. Nicolás Durán fue un joven que llegó a Holanda en 1641, con tan sólo 17 años, para estudiar gramática en el colegio de la Compañía de Jesús. Después estudio una carrera, la de medicina y cirugía, que ejerció en Ámsterdam hasta que regresó a Canarias en 1654. En esos 13 años que estuvo en Holanda es fácil pensar que en algún momento fue convencido por las doctrinas protestantes que imperaban allí, y, que, incluso, se manifestó y vivió como tal durante su estancia. Cuando volvió a Tenerife, lo hizo como un hombre culto y con ganas de compartir su fe evangélica. Así pues, mientras ejercía su profesión, como médico en la Orotava, hablaba con las gentes criticando lo que consideraba errores de la Iglesia Católica y exponía sus principios protestantes. Denunciado y acusado ante la Inquisición reflexionó, posiblemente aconsejado por sus parientes, sobre las consecuencias funestas que supondrían para él y su familia si se mantenía firme en sus convicciones, por lo que niega las acusaciones, apostata de la fe protestante y de nuevo se hace católico. ¿Fue una renuncia total? ¿Mantuvo convicciones en secreto? ¿Se hizo realmente católico? ¿Fue como el apóstol Pedro que negó la fe en momentos de debilidad y volvió a ella más tarde? Nunca sabremos las respuestas a estos interrogantes.

José Luis Fortes Gutiérrez

Teólogo e historiador


[1] A. Millares Torres, Historia de la Inquisición en las Islas Canarias, Ed. Benchomo, La Laguna, 1981, pp 117-118.

[2] F. Fajardo Spínola: Las víctimas del Santo Oficio, Ed. Gobierno de Canarias, Gran Canaria, 2003, p 318.

[3] Ibidem, p 350.

[4] Archivo Histórico Nacional, Inquisición, 1829, 2.

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