Algunas consideraciones en torno a la muerte

(He 9.27) “… está establecido para los hombres que mueran…”

(Lucas 16.19-31)

19  Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez.

20  Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquél, lleno de llagas,

21  y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas.

22  Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham;  y murió también el rico, y fue sepultado.

23  Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham,  y a Lázaro en su seno.

24  Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua;  porque estoy atormentado en esta llama.

25  Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida,  y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado.

26  Además de todo esto, una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quisieren pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá.

27  Entonces le dijo: Te ruego, pues, padre, que le envíes a la casa de mi padre,

28 porque tengo cinco hermanos, para que les testifique, a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento.

29  Y Abraham le dijo: A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos.

30  El entonces dijo: No, padre Abraham; pero si alguno fuere a ellos de entre los muertos,  se arrepentirán.

31  Mas Abraham le dijo: Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos.

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